VALIOSO TIEMPO

Hace varios años, cuando recién egresé de la universidad, llegué a una empresa en la que solicitaban profesionales de la salud para brindar orientación a domicilio en temas de crianza y cuidados del recién nacido. Pero el servicio principal que brindaba esta empresa era el de babysitter o “cuidado especializado de niños por horas” como ellos lo llamaban. Esta empresa no funcionaba como una agencia sino que contaba con un staff de profesionales que brindaba este servicio a domicilio. Entonces, si en casa no había con quien dejar a los hijos un día cualquiera o si la nana faltaba por cualquier motivo, llamaban a la empresa para solicitar a una babysitter por un número determinado de horas.

 

 

El punto es que cuando me lo propusieron, acepté también este puesto. Mi empatía con los niños siempre había aflorado fácilmente y pensé que no sería complicado darle unas horas de trabajo a esta actividad. Lo que nunca imaginé fue el poder aprender tanto: de los niños, de los padres, de las diversas formas de interacción y la manera en que se relacionan, y sobre todo de las personas a quienes se les delega el cuidado de los niños cuando los padres no pueden hacerlo.

 

Y haciendo un repaso por todos los casos que conocí, mencionaré aquellos que me permitirán enfatizar sobre la importancia de este tema:

 

Caso A: Akemi es una niña de tres años. Sus padres solicitan el servicio por diez horas porque todos juntos iremos a una parrillada en un club. La madre está con ocho meses de embarazo, así que ambos necesitan apoyo con la pequeña niña. En el transcurso del día las cosas van bien, los padres siempre están atentos a la niña y se divierten a la vez. Sin embargo, en el grupo de amigos que los acompañan, hay un bebé en un coche con su nana al lado. Y conversando con ella, llegamos a un punto en el que me confiesa que no le gusta ese trabajo y que tampoco le gustan los niños. Y mi pregunta inmediata fue ¿entonces que hace ahí? O ¿cómo repercute eso en el niño? ¿Los padres estarían informados de aquello?

 

Caso B: Los padres, por varios domingos consecutivos, solicitan el servicio por diez horas. Viven en el segundo piso de una casa grande. En el primer piso viven los abuelos. Se trata de un niño de tres años y una niña de cinco. Cuando los padres trabajan toda la semana, los niños se quedan al cuidado de una nana. Y como luego necesitan descansar, solicitan el servicio los domingos. Y la primera pregunta sería ¿en qué momento comparten tiempo con sus hijos?

En fin, en estas diez horas intento hacer malabares para que los niños puedan jugar juntos, pero se me hace difícil porque continuamente se están peleando, gritando o empujando. Y a la hora del almuerzo, tienen un televisor con los dibujos animados frente a ellos. Definitivamente algo no está bien y no es tan complicado darse cuenta qué es. Por cierto, al poco tiempo la madre tuvo un tercer hijo y las cosas no cambiaron mucho: los padres más cansados y con menos tiempo aún para los hijos mayores.

 

Caso C: Los padres solicitan el servicio por cuatro horas. Cuando conocí a esta niña tenía cuatro años y me quedé con ella hasta que cumplió los seis. Dejé de trabajar para la empresa y trabajé con esta familia de la misma manera. Iba a esta casa cuando me lo solicitaban, por una horas. Y en este tiempo conocí la dinámica de una familia en la que los padres procuraban siempre estar presente en todo momento. Algunas veces, el padre se ausentaba de la casa varios días por viajes de trabajo, y sin embargo, cuando estaba en casa y aunque llegara por la noche, siempre había tiempo para ella. Incluso cuando nació el segundo hijo, llegaba y alcanzaba a bañarlo antes de hacerle dormir. Yo pasaba entre diez y doce horas con los niños, pero todos teníamos bien claro qué papel desempeñábamos cada uno en ese sistema: los padres sabían ser padres en todo momento y los niños sabían respetarlos, quererlos y reconocerlos como tales. Mi papel ahí era acompañarlos mientras sus padres no estaban, jugar con ellos y cuidarlos. No hace falta saber por qué funcionaban tan bien.

 

Tiempo. Los niños necesitan tiempo. Tiempo de sus padres. Tiempo con ellos. Para reconocerlos, quererlos y respetarlos como tales. 

 

Obst. Jennifer Lihim

(fem-vital@hotmail.com)

 

 

 

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