SIN EXPERIENCIA PREVIA

Día 1. El bebé nació. Hasta hace un par de horas aún estaba dentro del vientre de mamá. Y ahora ya está en sus brazos.

 

Ambos se miran. La felicidad es desbordante. Los sentimientos que se provocan son inmensurables. El bebé de inmediato tiene todos sus reflejos activos y todos sus sentidos en alerta, descubriendo y familiarizándose cada vez más con esa persona que le proporcionará todo lo que necesita. Y para satisfacer todas sus necesidades, lo único que necesita es estar cerca a ella, cerca a mamá. Va conociendo su olor, su voz, su calor. Y memoriza cada detalle al milímetro, es decir, la hace única e irrepetible, para poder reconocerla siempre, incluso luego de haber desfilado por todos los brazos de la familia.

 

La madre en cambio, atraviesa por una etapa caótica. Pero caótica en el sentido de tener todas sus emociones a flor de piel, de sentir que es capaz de querer tanto, de sentirse plena, dichosa e inmensamente feliz. Sin embargo, las dudas sobre su nuevo rol, uno muy importante, se van asomando poco a poco. Por un lado, las hormonas que participaron activamente durante el embarazo y parto van volviendo a su estado normal, haciendo que las emociones fluctúen como una montaña rusa. Luego está el hecho de que la madre tiene en frente a su bebé, a un nuevo ser, a alguien que por mucho amor que pueda sentir, tiene que empezar a conocerlo. Este bebé no le va a decir que tiene frío o hambre o calor o sueño. Simplemente llorará y llorará y llorará cada vez que necesite algo. Y por último, muchas dudas podrán provenir siempre del entorno, de aquellas opiniones, comentarios o sugerencias  que, sin dejar de ser bienintencionadas, ponen a la madre en una situación en la que pueda cuestionarse si lo estará haciendo bien o no.

 

Día 1. Mamá y bebé se miran. ¿Y ahora?

 

Pues, es sencillo.

 

Ahora sólo tendrás que ser tú misma y dejar aflorar ese instinto que nació también junto con tu bebé. No hay fórmula mágica, no hay un libro de recetas o instrucciones perfectas, no hay ni siquiera un profesional de cualquier área que tenga la fórmula correcta para criar a tu propio hijo. Todos éstos son como guías o como puntos de referencia o fundamentos sobre los cuales apoyarse, y todos son válidos y de hecho que pueden ayudar. Pero al fin y al cabo, es la madre quien hace la elección, basándose en sus propias experiencias, en la información que tenga pero sobre todo en el amor y en su propia intuición.

 

¿Y ahora?

 

 

La respuesta eres tú: confía en ti, porque tu bebé lo viene haciendo incluso desde antes de nacer.

 

Obst. Jennifer Lihim

(fem-vital@hotmail.com)

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