NO MÁS VISITAS POR HOY

Han sido cerca de diez horas de trabajo. Ana está bien, cansada pero bien. Su bebé también está bien, pero le preocupa que duerma tanto. Después de dos horas de su nacimiento, ya debería despertar para lactar de su pecho. Cuando lo puso por primera vez, no le fue tan bien. Su bebé cogía el pecho y lo soltaba inmediatamente y luego ya no quería volver a coger. Se preocupó un poco, se puso algo tensa y se le pasaron por la cabeza mil y un preguntas sobre si podría hacerlo bien o si sería capaz de hacerlo, si podría dar de lactar o al menos identificar las necesidad de su bebé oportunamente o si acaso podría llegar a ser una buena madre para él.

Pero no tuvo mucho tiempo para pensar en esto o para contarle lo que le preocupaba a Javier, su esposo, quien, en su propio mundo paralelo, se hacía mil y un preguntas también.

Y así, sin darse tiempo para encontrar las respuestas, el bebé empezó a hacer unos ruiditos con la boca y unos leves movimientos con las manos. Y casi de inmediato, como cuando tu cantante favorito sale por fin al escenario, el grupo de personas que se encontraban en la misma habitación, rodearon la cunita para observar este otro formato de concierto. La cuñada reafirmó el gran parecido con su hermano. La madre de Ana, en cambio, aseguró que era la nariz de Ana, y los ojos, y la boca. La mejor amiga de Ana hacía hincapié en lo que les esperaba cuando llegasen a casa, basándose en su experiencia con dos hijas. El padre de Javier, quien permaneció sentado en el sillón, aportaba información sobre la vez aquella en la que tuvo que ir a buscar una lata de leche porque Javier no dejaba de llorar puesto que con la leche del pecho de su madre no le alcanzaba. Mientras tanto, dos niñas, hijas de la mejor amiga de Ana, exploraban los pequeños dedos de las manos y las orejas del bebé.

 

El bebé empezó entonces a manifestarse con algunos quejidos. La cuñada lo levantó y comenzó a mecerlo mientras le repetía cosas ininteligibles a modo de frases calmantes para bebés. Y, al poco tiempo y en vista de que nada hacía efecto y que más bien los quejidos iban asemejándose al inicio de un vigoroso llanto, se lo pasó a Ana, como quien se deshace de una granada de guerra a punto de estallar, para que fuera ella quien lo calmara.

 

Ana lo acercó a su pecho y sintió como si unos potentes reflectores la apuntaron directamente a ella. No había previsto dar algún espectáculo, aunque se tratase de un acto nunca antes presentado ni mucho menos ensayado. Buscó a Javier con la mirada, quien emergió de una muchedumbre expectante. Afortunadamente no tardó mucho en comprender el mensaje y en un instante los espectadores se retiraron de la sala. Ese instante necesario para ensayar el número todas las veces que fuese necesario. Ana observó nuevamente a su bebé, lo acercó a su pecho e intentó alimentarlo. Ensayo y error, volviendo a intentarlo una y otra vez, volviendo a necesitar alguno de esos instantes, dejando aflorar esa sabiduría que estaba dentro de ella y que tenía todas las respuestas para sus dudas, miedos y preocupaciones.

Las primeras horas, días y hasta semanas postparto son vitales no solo para el bebé que acaba de nacer sino también para la madre y el padre que nacieron con él. Estos primeros instantes son valiosos puesto que ambos padres necesitan reconocer el papel que cumplen ante esta nueva situación.

 

Cuando nace un bebé, es normal que nos surja un deseo enorme de conocerlo, de saber cómo están los padres, sean estos amigos o familiares. Sin embargo, es importante ser muy cuidadosos y, diría yo, extremadamente prudentes para saber cuál es el momento oportuno para realizar estas primeras visitas.

 

Aquí algunas recomendaciones:

 

  • Evita hacer las visitas en las primeras 24 horas y siempre previo aviso.

  • Realiza visitas breves, lo suficiente como para felicitar a los padres y conocer al bebé.

  • Cuando la madre vaya a dar de lactar, procura retirarte un instante para darle la privacidad que necesita.

  • Si al llegar ya hay algunas personas o viceversa, si habiendo llegado aparecen más, es momento de retirarte.

  • Sé cuidadoso(a) con los comentarios y/o consejos (por muy bien intencionados que sean).

  • Antes de coger al bebé, pregunta a la madre. Lo mismo si quieres tomar alguna fotografía. Aunque si puedes evitar ambas cosas, mejor. Ya tendrás mucho tiempo después para hacerlo.

  • Lleva algún detalle o pequeño presente para la madre. Los bebés suelen obtener mucha atención y la madre suele quedar en segundo plano. Ella también necesita sentirse atendida y apoyada.

  • IMPORTANTE: lávate las manos antes o ni bien ingreses a la habitación. Y evita hacer visitas si estás enfermo o con algún indicio de enfermedad, como un resfrío.

 

OBST. JENNIFER LIHIM

Embarazo, parto y posparto

Clases prenatales

Yoga pre y posnatal

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