LA MATERNIDAD EMPIEZA AQUÍ

A propósito del pasado domingo...

 

 

¿Cuándo, dónde y cómo empieza la maternidad? ¿A partir de qué momento podría afirmar que soy madre? ¿Qué hito social, fisiológico o mental lo determina?

La maternidad será deseada o no será. Este es el lema con el que, hace no mucho, muchas mujeres alzaron su voz a favor de la legalización del aborto en Argentina. Dejando de lado el tema del aborto, muy debatible y discutible para ser materia de esta publicación, la maternidad debería ser siempre deseada. Pero un ‘debería’ es un supuesto, un ideal.

 

Cuando nace un bebé, también nace una mamá. Es comprensible y lógico pensar de esta manera. Con el nacimiento de un bebé ya nos aseguramos ese título, independientemente de que el contexto sea favorable o no para poder desempeñar ese rol. ¿Y un poco antes? Con el embarazo, hay una mujer que gesta vida semana a semana. Durante este periodo, se puede tener la certeza de ser madre en muchos momentos: con los primeros movimientos del bebé o con el sonido de los latidos que son escuchados en una de las primeras ecografías. Incluso con una primera prueba positiva de un embarazo deseado, aunque con una mezcla de temor y alegría, podríamos sentir que ya lo somos. ¿Y un poco antes, cuando ese deseo interno aparece de pronto, dirigiéndonos a la búsqueda de un embarazo? Si bien un bebé representa la materialización de la maternidad a la que casi siempre nos referimos, podríamos ir un poco más atrás y darnos cuenta que no hay un momento único o punto de partida.

 

El inicio de la maternidad supone concebir la idea de sentirnos capaces de hacernos cargo de la vida de un nuevo ser humano y gestar su búsqueda en un determinado periodo de tiempo. Cuando ese deseo se hace consciente, con toda la responsabilidad que implica, para luego convertirse en una decisión, me atrevería a asegurar que la maternidad ya anda en marcha.

 

Por otro lado, no existe un momento único, ni un dónde ni cómo. Muchas mujeres gestaron vida por menos de cuarenta semanas con embarazos que no llegaron a término o abortos con muy poco tiempo de gestación. Tiempo suficiente para haberlo sentido mientras haya sido deseado. Y ese título, así haya durado 5, 7 o 20 semanas, ya le pertenece.

 

Entonces ser madre quizá vaya más allá del concepto fisiológico de gestar y dar a luz a un bebé (un proceso que de por sí es increíble y mágico), sino que abarque muchas posibilidades que no siempre tomamos en cuenta: madres por adopción o aquellas que pasan por largos tratamientos antes de conseguir un embarazo, madres que perdieron un hijo o aquellas con alguna pérdida gestacional, madres que asumieron ese rol de forma circunstancial (criando a un sobrino o nieto) o aquellas que encontraron otra forma de serlo.

 

Ser madre empieza con la decisión de querer serlo. Comienza en la mente con una fantasiosa idea y se gesta en el corazón todo el tiempo posible hasta conseguirlo, comienza con la búsqueda que no siempre se concreta rápido en todos los casos, con los cambios de hábitos, con los chequeos ginecológicos y con toda esa predisposición de ser alguien que ya eres.

 

Ser madre no es un concepto, es un estado ilimitado de amor en el que te conviertes en un medio de vida para otra vida.

 

 

Para quienes la maternidad fue una decisión y para las que, incluso cuando no lo fue  decidieron asumirlo, y para todas las hermosas madres que he conocido, feliz día hoy y siempre. 

 

 

Obst. Jennifer Lihim

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